No parece que Diaz Ayuso tenga una estrategia para combatir la pandemia. Eso no quiere decir que no tenga estrategias, las tiene y van funcionando: una es para repartir entre los suyos los recursos que deberían ser destinados a luchar contra esta catástrofe sanitaria. La otra tiene como fin asentar las bases legitimadoras de la desigualdad, que es el proyecto político que el PP tiene para Madrid.
Era una tarde de finales de agosto, refrescaba ya, y el césped empezaba a alfombrarse con las primeras hojas de un incipiente otoño. En el parque de Usera donde pasábamos la tarde, nuestras hijas correteaban y jugaban con los perros de algunos paseantes, algunas familias merendaban bajo la mejor luz del día, la más naranja, aquella que hace olvidar las pandemias, la precariedad y hasta a los personajes funestos que nos gobiernan.
Grupos de amigos conversaban en círculo como en cualquier terraza, pero con latas de la tienda de alimentación, en lugar de cañas bien tiradas en cualquier bar donde parece que socializar no contagia. Algunos viejitos tomaban el fresco, parejas adolescentes se metían mano en algún que otro banco. La vida en los parques es gratis, funciona en las orillas del mercado, y alienta el encuentro sin mediación de empresas ni instituciones.
Por eso mismo, en aquella tarde de agosto, conversábamos indignadas sobre la última ocurrencia del alcalde, cerrar los parques del sur por la noche. Por esas fechas había arrancado lo que ya es una campaña bien orquestada de lavado de manos políticas con la receta más vieja del mundo: culpar a la gente de su situación, elegir unos cuantos colectivos sospechosos habituales y endilgarles a ellos la responsabilidad de la gestión asesina de la crisis sanitaria.
Irritada e irónica una amiga alertó: ya verás, en cuanto nos descuidemos nos plantan un muro al sur del Madrid Río. Después señaló a los bloques nuevos y semilujosos que se yerguen de nuestro lado de la M-30 cerquita del río, y muy alejados de cualquier bolsillo del barrio. ¿Y esos? ¿De qué parte del muro quedarán?, se preguntó. Especulamos sobre cómo serían los salvoconductos para que trabajadoras domésticas y de servicios, obreros y mensajeros de Glovo pudieran seguir surtiendo de sus servicios al lado no pobre y no sospechoso de la ciudad. ¿Nos pondrán una banda en el brazo para tenernos localizados?, bromeó mi sarcástica amiga.
Atacar a la población migrante o de origen migrante sale casi gratis, total, la mayoría carece de derechos políticos, no puede ni castigarte en las urnas con un triste voto
Pienso en ello ahora, tras haber escuchado ayer a Ayuso poner el foco en “los modos de vida de nuestros inmigrantes”. No va a haber bandas que usar, al “otro” culpable ya le señalará su propia apariencia, ventajas del racismo. Otra ventaja: permite a la gente no racializada de los barrios del Sur buscar al enemigo entre sus vecinos en lugar de pedir cuentas a las autoridades. La cosa en realidad sale más barata que meterse con la gente del sur así en general, pues aquellos con DNI pueden acordarse cuando vayan a votar. Atacar a la población migrante o de origen migrante sale casi gratis, total, la mayoría carece de derechos políticos, no puede ni castigarte en las urnas con un triste voto.
No parece que Díaz Ayuso tenga una estrategia para combatir la pandemia. Eso no quiere decir que no tenga estrategia, las tiene y van funcionando: una es para repartir entre los suyos los recursos que debían de ser destinados a luchar contra esta catástrofe sanitaria. La otra tiene como fin asentar las bases legitimadoras de la desigualdad, que es el proyecto político que el PP tiene para Madrid y que lleva aplicando décadas y ahora cuenta con una ayuda providencial: la de una pandemia que da el material necesario para una doctrina del shock bien consistente, y la de una líder sin ningún tipo de escrúpulo, experta en defender lo indefendible con la chulería adecuada a nuestros trumpianos tiempos.
¿Todo se le va a permitir a Isabel Díaz Ayuso? Luego hablamos que si los estados fallidos, que si los líderes caricaturescos de esos países poco democráticos, de los presidencialismos idiotas de esas naciones con tan poca cultura institucional. Pero estamos en una situación histórica inédita y tenemos que aguantar un gobierno de la Comunidad de Madrid que no solo no pone los medios necesarios para afrontarla sino que derrama millones de euros entre bolsillos amigos, hace reformas fiscales para bolsillos de su misma clase, concede becas de comedor a los hijos de potenciales votantes y se carga criminalmente la atención primaria. Qué más tienen que hacer ¿matarnos? Ya lo están haciendo. Yo diría que están buscando pelea, y deberíamos dársela, porque no parece que nadie vaya a venir a salvarnos.
Te atreves a llamar modo de vida a vivir hacinados en casas enanas, o viajar en metros masificados, mientras de fondo, resuena la acusación de que es esa “salvaje” costumbre de sociabilizar en parques la que nos tiene con las peores cifras de contagios de Europa. Estás buscando pelea
Pones en peligro a la gente, no garantizando que se desplacen seguros a sus puestos de trabajo, obligando a sus hijos e hijas a acudir a centros educativos pequeños y sin la ratio necesaria, privándoles del acceso a la salud, negándoles el derecho al espacio público, dejando que sus calles se llenen de basura en plena pandemia, calificando a sus vecinos en general de irresponsables, y a sus vecinos migrantes en particular de factor determinante para el nivel de contagios que afrontamos. Te atreves a llamar modo de vida, como si fuese una jodida elección, un life style sobre el que leer en las revistas de tendencias, el vivir hacinados en casas enanas, o viajar en metros masificados, mientras de fondo, resuena el dog whistle de que es esa salvaje costumbre de sociabilizar en plazas y parques y no en terrazas de bar, simpáticos restaurantes y clubes privados la que nos tiene con las peores cifras de contagios de Europa. Estás buscando pelea.
Mientras desde la administración madrileña se piensan en cuánto y cómo nos confinan, para fingir que toman medidas ante una situación que ellos mismos han permitido, para afianzar bien el apartheid simbólico que desde su villanía neoliberal y necropolítica están profundizando, quizás, desde los barrios del sur tengamos que empezar a pensar en construir autodefensa, tomar los parques, a una distancia prudencial, que a nosotras sí que nos importa nuestra salud y la del resto, marchar a la puerta del Sol con nuestras mascarillas de colores antes de que construyan los muros que nos lo impidan, decirle a esa clasista y racista marioneta torpe de los poderes económicos que tenemos por presidenta que hasta aquí hemos llegado. Es una cuestión de dignidad, es una cuestión de orgullo de clase, es una cuestión de antirracismo y es una cuestión de salud democrática, de salud en todos los sentidos.
Sarah Babiker
El Salto
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