El pasado, el futuro, los Estados, las formas de gobierno occidentales y las no occidentales, lo impuesto y lo libre, lo democrático y las propuestas que surgen de otros espacios y culturas, desde oriente hasta los aymaras o África. Lo que mutó en tres palabras: libertad, igualdad, fraternidad.
Tras sus dos primeras entregas (“Educación” y “Estado”) ahora Walter Mignolo aborda “Democracia”, como reflexión desde el pensamiento decolonial. A partir del peruano Aníbal Quijano en los años 90, el proyecto decolonial ha generado múltiples trabajos e hipótesis que parten de un análisis crítico de la matriz colonial del pensamiento. Por eso plantea la “desobediencia epistémica” o del conocimiento, frente a esos esquemas tantas veces convertidos en dogmas.
I.
Las cuarentenas y las aplicaciones (app) en los teléfonos digitales que permitieron a China, Corea del Sur, Taiwán, Japón, Vietnam controlar la pandemia, sorprendieron a la opinión pública, sobre todo ante el desconcierto de países europeos (Italia, España, Francia, Inglaterra, Alemania y sobre todo Estados Unidos): la pandemia se les fue de las manos. La mayoría de los Estados recurrió a la cuarentena (Suecia no lo hizo), pero la solución tecnológica a la que recurrieron varios Estados del este y sur este asiático, no tuvo resultados inmediatos.
No obstante, los resultados de las cuarentenas y el recurso de aplicaciones para registrar el movimiento de personas y localizar personas infectadas despertaron el temor en el presente, como medidas que en el futuro atentaban contra la democracia o daban excesivo poder al control estatal. En unos casos las medidas ponían en peligro la democracia y en otros casos darían al Estado razones para asegurar mayor control de la población.
Propongo que ningún horizonte que no sea el cuidado y regeneración de la vida y, por lo tanto, la armonía comunal, debería ser admisible. La democracia oculta este horizonte y propone en cambio un horizonte económico-social sólo para seres humanos separados de la vida del cosmos reducido a “naturaleza y recursos naturales”. Estas son tareas de las que ya tenemos evidencias en la política de las gentes organizando no sólo sus reclamos al Estado y frenando las corporaciones extractivas que llevan la muerte y la destrucción cósmico-comunal en nombre del progreso, la modernización y la democracia.
II.
“Democracia” es una idea noble al mismo tiempo que es un comodín que puede utilizarse para justificar acciones no-democráticas. Los derechos humanos (desde la declaración de los derechos
del hombre y del ciudadano en la revolución francesa hasta la declaración universal de los derechos humanos después de terminada la segunda guerra mundial) son un componente fundamental de la democracia.
Sin embargo, la violación de los derechos humanos puede emplearse como argumento para justificar la violación de los derechos humanos en nombre de la defensa de los derechos humanos. Las Constituciones de Ecuador y Bolivia agregaron los “derechos de la Madre Tierra/Pachamama,” instancias de la que ya no es posible volver hacia atrás.
Algún problema debe tener la palabra “democracia” si puede invocarse para el bienestar aunque el bienestar lleve a violar los principios del bienestar. Veamos si podemos identificar el problema.
La democracia es una forma de gobierno del Estado donde el poder es ejercido por el pueblo, mediante mecanismos legítimos de participación en la toma de decisiones políticas.
Tenemos aquí una definición liberal de objetivos procedimentales: el poder es ejercicio del pueblo mediante mecanismos legítimos de participación en la toma de decisiones políticas. Estos mecanismos, sabemos, consisten en la contienda entre al menos dos partidos políticos en un estado-nación y el voto libre y secreto de la ciudadanía. En general no se menciona el fin de la democracia, es decir, ¿para qué y por qué la democracia? Intuyo que se da por sentado: la definición procedimental aseguraría los objetivos democráticos enunciados en la revolución francesa: libertad, igualdad, fraternidad.
III.
La democracia y el estado-nación—liberal y secular—son dos aspectos del mismo proyecto: el proyecto de la ascendente etno-clase burguesa en Europa desde finales del siglo XVII hasta consolidarse en el siglo XIX. Sabemos que el vocablo y el concepto de democracia proviene del griego antiguo (dēmos «pueblo,» + kratos «gobierno, fuerza»). La fundación histórica de los estados nacionales (repúblicas) en Europa y de la democracia cumplen una doble función. La organización interna de los estados nacionales (doméstica) y la administración de sus colonias que ya para fines del siglo XVIII están en todo el planeta (internacional).
Recordemos algunos datos básicos sobre la fundación histórica de la forma de gobierno Estado-Nación. El Estado Nación surgió entre finales del XVII y XVIII y se consolidó en el siglo XIX. Surgió de la misma historia interna de Europa. No fue trasplantado de otra parte. En la tardía Edad Media europea surgieron los burgos, en zonas fuera del espacio controlado por el señor feudal. Al principio fueron centros que recibían productos agrícolas producidos en la zona y los vendían a compradores de otros lugares.
Con el tiempo, los burgos se convirtieron en asentamientos urbanos. Los habitantes no eran agricultores, sino artesanos, comerciantes, administradores, religiosos de distintas creencias. El comercio planetario iniciado en el siglo XVI creó nuevas condiciones para el crecimiento de los
burgos y la burguesía. Casi tres siglos de expansión europea en todo el planeta (las Américas, Asia, África) política y económicamente creció una nueva clase social que a partir de fines del siglo XVII desafió las autoridades monárquicas y la iglesia.
De ahí la Revolución Gloriosa en Inglaterra en 1688 y la Revolución Francesa en 1789. Ambas fueron consecuencia del Tratado de Westfalia (1648). Westfalia marcó el quiebre de las monarquías religioso-cristianas y abrió las puertas a la secularización. Al cabo de 350 años, la burguesía ascendente (finales del siglo XX), impuso su sistema secular de conocimiento en ciencia, filosofía, de gobierno, economía, montado sobre el edificio de la teología cristiana y el humanismo renacentista, en todo el planeta.
La teoría del Estado que esbozó Nicolás Maquiavelo en El Príncipe (1532), el mismo año que Francisco Pizarro desmontaba el gobierno Inca, se concretó entonces. La democracia fue el eje de los Estados nacionales y el caballo de Troya de la expansión imperial/colonial europea y, en consecuencia, del proceso de occidentalización del mundo que comenzó en el siglo XVI con la expansión monárquica peninsular y cristiana.
Mientras que en Europa la fundación de los Estados nacionales afirmaba la emergente burguesía frente a las monarquías y la iglesia cristiana (católica o protestante, según donde los Estados nacionales surgían), continuaba la empresa colonial que habían iniciado las monarquías cristianas. Pero ahora ya no con el objetivo de convertir las poblaciones al cristianismo, sino de imponer el progreso y la civilización: formas democráticas de gobierno.
De las revoluciones e independencias de finales del siglo XVIII y XIX, surgieron estados naciones en la ex-colonias. La democracia fue el horizonte de los estados-nacionales creados en las ex colonias. Primero en las Américas y luego en Asia y África. El trasplante tanto del Estado-Nación y de la democracia en las ex-colonias acarreó problemas considerables.
En el trasplante del Estado-Nación constituido en Europa con su forma de gobierno en las colonias, surgió una diferencia fundamental: por un lado, la diferencia colonial, y por otro la diferencia imperial. La primera surgió en relación a los grupos humanos cuyas formas de gobierno fuero destituidas (Incas, Aztecas, Sultanato Mughal en India, Sultanato Otomano en Turquía) mientras que la segunda lo fue en relación a civilizaciones que fueron desestabilizadas pero no sustituidas (Rusia, China, Japón).
Las diferencias coloniales e imperiales impiden el logro de los objetivos sustanciales de la democracia (libertad, igualdad, fraternidad) tanto en lo doméstico como en la esfera inter-estatal. Esto es, la democracia deviene un instrumento para la expansión imperial de occidente. Los Estados nacionales formados en las ex-colonias (en las Américas hasta el siglo XIX y en Asia y África, segunda mitad del siglo XX), fueron fundados sobre la diferencia colonial; un diferencial de poder que supedita los proyectos democráticos en las excolonias al control político, económico y cultural de los estados imperiales.
Los Estados monárquicos (Rusia) y dinásticos (China) que no fueron colonizados no escaparon a la colonialidad, lo cual es notorio todavía hoy en el acoso (sanciones) de los Estados Unidos. Al formar sus estados modernos (Unión Soviética y Federación Rusa después del derrumbe de la Unión Soviética); y nacional-socialista-confuciano en China, en la larga historia que va desde la revolución de 1911 hasta el cambio de dirección ejecutado por Deng Xiaoping, y hoy liderado por Xi Jinping. La revolución iraní fundó un estado nacional-teológico (islámico) sobre las ruinas del último Sha de Irán. Japón incorporó el procedimiento democrático sin perder la sustancia de su larga memoria civilizatoria.
IV.
Los objetivos de la democracia y el horizonte que promueven (libertad, la igualdad y fraternidad) son inobjetables, pero difícilmente universalizables. ¿Cuál podría ser la razón por la cual un grupo étnico asumiera que su limitada particularidad y su promoción de la guerra para forzar la universalización de su propia particularidad debiera ser aceptada por todas y todos en el planeta?
“La armonía de todo lo que está bajo el cielo” es una traducción del mandarín Tianxia. Esta idea fundante de la civilización China comenzó a ser desplazada después de la guerra del opio y destituida en el período auto-occidentalizante de Mao Zedong. Mao asumió la contrapartida occidental de la democracia: el socialismo/comunismo. Por eso Mao destituyó a los clásicos del pensamiento chino (Confucio, Mencio, Buda) de su Estado-Nación socialista. Con Deng Xiaoping comenzó el proceso de restitución epistémica y de afirmación existencial. Hu Jintao restituyó los legados de Confucio a la razón de estado. Xi Jinping continúa el proceso de reconstitución de sus propias praxis de vida, enfrentados a los desequilibrios provocados por la diferencia imperial.
Mientras que la democracia limita su alcance a sociedades humanas, “la armonía de todo lo que está bajo el cielo” contempla todo lo viviente (todo lo que está bajo el cielo) en la armonía terrenal y cósmica. En lengua Aymara existe un vocablo semejante, Jiwasa traducible a un “nosotros inclusivo” (incluye a “ustedes”) pero también y fundamentalmente incluye todo lo viviente en el planeta y el universo. 1
Los horizontes de Tianxia son paralelos a los horizontes de democracia, a la vez que desafían y se desprenden de los legados del Tratado de Westfalia, tal como lo expresó Hu Jintao, tratado que marcó el camino hacia la fundación del Estado-Nación y la democracia. La desobediencia no satisface a los promotores neo-liberales de la occidentalización y del globalismo (el proyecto neoliberal para homogeneizar el planeta).
El fin del apartheid en Sudáfrica contribuyó a la restitución política y filosófica de Ubuntu paralelo a democracia y a Tianxia. Ubuntu “es la capacidad, dentro de la cultura africana, de expresar la compasión, la reciprocidad, la dignidad, la armonía y la humanidad por el interés de construir y mantener una comunidad con justicia y una mutua preocupación”. Rasgos distintivos para la constitución de Estados o formas matrízticas de gobierno.
En América Latina y durante al menos la última década, los conceptos de Sumak Kawsay y Suma Qamaña, fueron explorados por intelectuales y activistas indígenas y no-indígenas. La traducción común es “buen vivir” que contrasta con el “vivir mejor” implícito en la filosofía política liberal y neo-liberal. El sentido literal de las expresiones es “vivir en armonía y plenitud”.
Es decir, por el momento el paradigma y propuesta de vivir en armonía y plenitud (Suma Qamaña, Sumak Kawsay), no es un proyecto estatal sino comunal de los Pueblos Originarios. El proyecto descolonial es no-indígena y complementa y ayuda la propuesta de los Pueblos Originarios.
La reconstitución del conocer y de la subjetividad que provocan y promueven los horizontes de Suma Qamaña/Sumak Kawsay, Ubuntu y Tianxia conducen a la restitución de horizontes comunales (lo humano en relación a todo lo viviente) destituidos por la occidentalización y por el impulso imperial de democratizar el planeta mediante la fundación de Estados-Nacionales. No se trata ya ni de volver al pasado, lo cual es imposible, ni tampoco de imponer el pasado en el presente (lo cual también es imposible), sino de reconstituir en el presente formas armónicas de vida, reconstituir el fundamento de las culturas matrísticas del pasado en culturas matrizticas del presente con plena conciencia de que vivimos inmersos en una cultura patriarcal, regulados por Estados-Nacionales patriarcales.
Estos conceptos y otros semejantes son los que hoy contribuyen a generar horizontes de “culturas matrízticas” (ver mi ensayo anterior) y formas de gobierno independientes de los estados nacionales (por ejemplo, el Zapatismo).
V.
La “desconexión democrática” hoy es evidente en las dos esferas, los objetivos y los procedimientos. En las relaciones inter-estatales, los esfuerzos de Estados Unidos por mantener su liderazgo global conducen a la dominación financiera, militar, política y mediática.
Las exigencias de remover estatuas que mantienen la memoria de un pasado de gloria y modernidad a la vez que esconden —en la monumentalidad de las estatuas— la opresión y colonialidad, no son solo caprichos sino reconstitución epistémica y afirmación existencial de todo aquello que fue destituido y que las estatuas intentan mantener como porteros imperiales que protegen los legados coloniales. La remoción de estatuas implica la reconstitución de la memoria (impacto en la subjetividad), la historia y el conocimiento reproducido en las instituciones educativas (impacto en el canon académico y educativo).
Los objetivos de vivir en armonía y plenitud, en cooperación y no en guerra, en respeto mutuo y no en la competencia y el odio, ya no pueden ser propiedad privada de la democracia, que no aseguró ninguno de sus objetivos sustanciales. La igualdad y la fraternidad resultaron en desigualdad y guerra.
La libertad sirvió y sirve para asegurar la libertad de las empresas y la esclavitud de las personas en el empleo. La fraternidad sucumbe ante la guerra permanente y la promoción del odio, tanto en la esfera doméstica como internacional. En cuanto a los medios para acceder al horizonte democrático (un voto por cada ciudadanx) se han convertido, sobre todo en Estados del Tercer Mundo, en carreras de donación de dólares o euros al mejor postor en tanto que los medios masivos de comunicación asumen tareas de “conversión” de la ciudanía a la candidatura que conviene a los propios medios de difusión. En la cultura patriarcal que hoy predomina en el planeta, donde priman la competencia, la desigualdad y la opresión y el dinero, vivir en plenitud y armonía es un horizonte en el cual la democracia debe ser reducida a su justa y propia medida.
Walter Mignolo
Semiólogo, profesor de literatura en la Universidad de Duke
lavaca.org
Créditos a la foto de cabecera: Foto de Element5 Digital en Pexels
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