Consultorio de urgencia sobre Renta Básica #1

Consultorio de urgencia sobre Renta Básica de la mano de David Casassas, profesor de la Universidad de Barcelona y vicepresidente de la Red Renta Básica.

La Renta Básica se ha erigido como una de las protagonistas durante esta crisis económica aparejada a la COVID-19. Desde Unidas Podemos al exministro de Economía del Partido Popular y actual vicepresidente del Banco Central Europeo, Luis de Guindos, pasando por el fundador de Ciudadanos Toni Roldán, se han referido a ella estos días, aunque con diferencias conceptuales entre las diferentes medidas propuestas.

Para conocer un poco mejor qué implica medida, aquí traemos la primera parte de este Consultorio de urgencia sobre Renta Básica de la mano de David Casassas, profesor de la Universidad de Barcelona y vicepresidente de la Red Renta Básica.

¿Qué es la Renta Básica?

La Renta Básica es una prestación monetaria equivalente, por lo menos, al umbral de la pobreza, pagada por los poderes públicos de acuerdo con tres principios. En primer lugar, la Renta Básica es universal y la perciben todos los ciudadanos y ciudadanas y residentes acreditados, sin excepción. En segundo lugar, la Renta Básica es incondicional, es decir, la percibes tengas otros ingresos o no los tengas, trabajes en el mercado o no lo hagas, seas pobre o no lo seas, etcétera. No es una renta para pobres, la percibes en la circunstancia en la que estés.

Y, finalmente, es individual. La Renta Básica la perciben las personas, no las familias o los hogares o los núcleos de convivencia. Dicho esto, hay que añadir que la RB tiene que ser suficiente para cubrir las necesidades básicas de la vida. En el Estado español sería de unos 700 u 800 euros mínimo. Por debajo de ese umbral, la Renta Básica pierde su potencial emancipador.

Además, que sea universal no significa que todas las personas ganen. El día 1 de cada mes, todas las personas la perciben, también los ricos. Pero, la financiación de la RB básica, como la de los hospitales públicos, está integrada al sistema impositivo. En su declaración de impuestos, la gente más rica –si paga impuestos–, aporta mucho más que 700 u 800 euros por doce pagas.

¿Cuáles son sus principales ventajas?

La Renta Básica tiene tres ventajas muy importantes y una crucial. En primer lugar, evita la trampa de la pobreza, que es aquella situación en la que dejamos de aceptar un empleo porque eso implicaría perder el subsidio. ¿Tiene sentido trabajar en algo mal pagado o en algo poco gratificante y quizás de poca duración si ello me hace perder el paro o la renta de inserción? En cambio, la Renta Básica no es un techo, es un suelo compatible con otras actividades y otras fuentes de ingreso.

En segundo lugar, la RB no estigmatiza a los perceptores. No te obliga a señalarte ni a que te señalen como pobre, como incapaz o como alguien que tiene problemas. Sabemos que una proporción elevada de destinatarios potenciales deja incluso de pedir prestaciones condicionadas para evitar el estigma social.

En tercer lugar, esta medida sortea los costes administrativos propios de los subsidios condicionados, que exigen la presencia de todo un ejército de controladores que certifiquen que merecemos la paguita. Se estima que una parte muy importante de los costes de los programas condicionados tiene que ver con toda esta madeja administrativa. Con una Renta Básica necesitamos un sistema impositivo y la cuenta corriente de los destinatarios y destinatarias. Y darle al enter el día 1 de cada mes.

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Y la ventaja crucial. La libertad es imposible si carecemos de recursos; la libertad exige recursos incondicionales. Esto supone un poder de negociación para rechazar y decir no a lo que nos hiere, a lo que nos domina, para poder decir que sí a una interdependencia, a unos trabajos y a unas vidas que sintamos todos y todas como verdaderamente propios. La incondicionalidad de la Renta Básica, como otros recursos también incondicionales, nos permite marcar líneas rojas y sortear un status quo que no va con nosotros y poner en circulación relaciones sociales más justas.

¿Estará la gente dispuesta a trabajar?

El motivo que nos empuja a trabajar no es solo llegar justos a fin de mes gracias a 700 u 800 euros. Si fuese así, podemos suponer que con una Renta Básica nos tumbaríamos a la bartola. Pero no, como muestran encuestas y experimentos, trabajamos para conseguir dinero –a ser posible más que 700 u 800 euros– pero también para sentirnos realizados y realizadas, para sentirnos útiles para la comunidad. Cómo se explica si no, que trabajen de forma remunerada o no personas jubiladas que podrían vivir con su pensión o gente que ha heredado un piso o dos y que podría vender de las rentas.

Por encima de todo, al ser incondicional, la RB nos permite rechazar lo dañino y negociar espacios y actividades en los que trabajemos en condiciones de dignidad. Hoy, el principal desincentivo del empleo es el propio empleo: condiciones lamentables, horarios insufribles, retribuciones ridículas, hastío y sinsentido… Esta medida nos ayudaría a salir de la rueda del hámster y replantearlo todo de otro modo.

Finalmente, más que pensar en si la gente trabajaría o no, pensemos en la cantidad enorme de trabajo que quisiéramos hacer y que hoy no podemos hacer porque en condiciones de necesidad nos hemos de agarrar al hierro ardiendo del empleo que se nos ofrece, que se nos impone, en el mercado de trabajo. Cuánto trabajo valioso se pierde o queda enterrado por nuestra incapacidad de evitar esa realidad y, por lo tanto, de escoger nuestros propios caminos. En ese sentido, vivimos en un mundo terriblemente ineficiente. Pues bien, la Renta Básica ayudaría a que todo este caudal de imaginación y de proyectos no se perdiera.

¿Hará la gente un buen uso de la Renta Básica?

Cuando nos hacemos esta pregunta, reaparecen tics paternalistas y clasistas muy viejos. Ya se sabe, que los ricos reciban algo a cambio de nada no es un problema, es lo natural; pero los pobres son distintos: los pobres son incultos, se beben los subsidios, se los inyectan, se pasan el día en casas de apuestas… Esto caricaturizando pero hay que tener cuidado con reproducir ciertos estereotipos. Pero es verdad que, como especie, nos encontramos ante retos que son cruciales. Sin ir más lejos, no habrá transición ecosocial posible si no cambiamos formas de producir y de reproducir la vida, consumir, etcétera.

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La Renta Básica no resuelve este problema. La RB no nos brinda, con un chasquido de dedos, el cambio cultural que necesitamos con urgencia. Sin embargo, sí nos permite frenar el ritmo vertiginoso al que vivimos, nos permite liberar tiempo –quizá porque pasemos menos horas en los mercados de trabajo– y, a partir de ahí, nos ayuda a que paremos a pensar con calma y profundidad qué tipo de sociedad es deseable y cómo podemos ponerla en funcionamiento.

No subestimemos el sentido común de la gente, también de la gente humilde. La gente sabe aprovechar bien las oportunidades. Cuando las tiene, claro. Tú haces cosas valiosas cuando tienes la oportunidad de hacerlas; cuando no las tienes porque estás mordiendo el polvo en diecisiete empleuchos, pues claro que aparecen consumos autodestructivos e insostenibles.

La RB, al garantizar nuestra existencia, es una forma de ofrecer crédito en un sentido doble. Crédito como flujo de ingresos y crédito como confianza recíproca que nos damos unos y otras porque sabemos que lo que más nos puede interesas a todos y a todas es una vida digna hoy que, además, deje un planeta habitable para nuestros hijos e hijas y nietos y nietas.

¿Por qué puede interesas al movimiento feminista?

Los feminismos se han interesado por la Renta Básica por varias razones. Por ejemplo, se ha dicho que la RB podría ser una especie de contrapoder doméstico para las mujeres. En los hogares hay relaciones de poder y las mujeres tienden a llevarse la peor parte porque suelen tender a depender materialmente de sus parejas, por lo que recursos incondicionales les permitirían proponer otros repartos de tareas cotidianas.

También hay quien dice que no puede ser que liberarse del patriarcado pase por acudir en tromba y sin respiro al mercado de trabajo, donde también hay relaciones de explotación y sumisión. Sería como salir del fuego para caer en las brasas. Hay que buscar, dicen estas voces, otras vías: el cooperativismo en clave de género, redes de apoyo mútuo, etc.

Pero, ¿cómo mantener una vida hasta que estas relaciones estén extendidas y consolidadas? La RB, garantizando su existencia material, podría ayudar a las mujeres a recorrer y transitar todo este camino. En cualquier caso, si la Renta Básica interesa a hombres y mujeres feministas, es porque nos ayuda a todas y a todos a impugnar la perversidad que hay en la construcción de feminidad y de la masculinidad. Ni las mujeres son seres abnegados e irremediablemente empujados al mundo de los cuidados, ni los hombres son seres autosuficientes ajenos a esos cuidados. E impugnar ese reparto de roles y tareas, y pensar otro reparto de responsabilidades, exige que todas y todos contemos con recursos incondicionales para negociar ante mercados de trabajo, ante compañeros de convivencia, ante entornos enteros que a veces esperan de nosotras y de nosotros algo que quizá no estemos dispuestos a ofrecer.



David Casassas

La Marea

Créditos a la foto de cabecera: Imagen de Peter Stanic en Pixabay

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